Tuesday, October 11, 2005

Una ayuda, por amor del Byte....!


Definitivamente los tiempos estan cambiando. De niño recordaba los mendigos alrededor de la Iglesia de Santa Teresa solicitando de la caridad de los transeúntes alguna ayuda, harapientos y con hambre, tocando tu fibra más sensible (si la tenías), y no hace tanto tiempo de eso.

Luego hace algunos años, Lars y yo conocimos una noche a una señora... Ana María, recuerdo... que nos contó una historia, quizá creíble o no, pero en ella vimos tantas noches de no dormir bien, de angustia y necesidad, quizá no de dinero, sino de ser escuchada, de saber que se tiene un espacio en el planeta que no es hostil, que late en la misma frecuencia que uno aunque sea unos minutos... Nosotros comprendemos lo que se siente, habiendo sido en más de una ocasión hasta cierto modo Parias segregados nosotros mismos, por tantas posibles razones. Esa noche la entendimos, y compartimos con ella más que un par de minutos de humanidad. Al final, nos despedimos todos sintiendo que la ayuda emocional fué tan o quizá más importante que la económica, al menos por esa noche.


...Y esta noche la vida me ha vuelto a mostrar una versión renovada de la necesidad en la calle. En una bomba de gasolina, mientras esperaba en el vehículo, se ha acercado a mí una señora de apariencia agradable, y con voz optimista me invitó a conversar un momento. Resulta que vendía bolígrafos, para (según sus palabras) ayudar a costear los estudios de su hija. La forma en que promocionó su producto, hubiera dejado en el sitio al mejor de los ejecutivos de venta de la empresa en la que trabajo, quienes generalmente saben muy poco de lo que están vendiendo, a veces menos que el cliente (Que ya es decir bastante). Y no voy a comparar el nivel de complejidad de ambos productos, pero era innegable la voluntad de vender, no por obtener dinero, sino por ofrecer algo útil a su público, que tenía esta señora. Con una conversación amable pasamos cerca de 3 minutos. Y si, le compré los bolígrafos. Al despedirse me bendijo, quizá de la manera más universalista y poco proselitista (Algo a lo que soy muy sensible, dada mi definitiva adversión por la institucionalidad religiosa, venga de donde venga) agregando algún que otro piropo relacionado a una edad que no aparento, y se despidió con un curiosísimo detalle...


"Tienes Internet?" me pregunto. Y acto seguido me dictó un URL de un sitio que a su juicio, era de interés. Otrora hubiera bastado con un "Dios le pague", o hubiera sido quizá inimaginable que, sin necesidad de Google o de Yahoo, encontrar algo interesante en la red podría depender también... de un acto altruísta, de la simple colaboración con otro ser humano...